En 1961 publicaba Fernando Fernán-Gómez la novela El vendedor de naranjas. La historia de un pobre guionista con afanes literarios remitía a Los ilusos azconianos por registro y a Producciones García, S.A., de Neville, en la descripción de la tercermundista industria del cine español. Para el caso, el financiador de la película de Pumicas Films era un naranjero valenciano, uno de aquellos industriales con dinero en la cartera tras los que ya andaba la "caimanía" en la década de los veinte. Frente a ellos, Cifesa, Suevia Films, Estudios Chamartín, Emisora Films... Capitanes de industria con "star system" y escritores bajo contrato que pretendían mantener una producción continuada e, incluso, exportar sus producciones. Riambau y Torreiro les dedicaron un diccionario que, de paso, diseccionaba el sector. Aquí, quedan todos democráticamente igualados en una única cartela por marca, independientemente de que produjeran una sola película o un ciento.
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